Sábado, 02 de Abril de 2011 00:01
Hits: 171
Los últimos años, de la mano de la damnatio memoriae que trajo consigo la llamada Memoria Histórica, han sido pródigos en la sustitución de los nombres que rotulaban las calles de las urbes españolas. Cuenca, como no podía ser de otro modo, también se adhirió a este movimiento que incorporaba un iconoclasmo que dio al traste con efigies y estatuas del tiempo preconstitucional.
Esta, sin duda, es la razón de que la placa en la que figuraba el nombre del airado General Fanjul, diera paso a una rotulada con una leyenda más acorde con los democráticos y pacifistas tiempos que vivimos: Veteranos de las Fuerzas Armadas. Pero hay más.
El mes pasado, la Junta de Gobierno Local, dirigida por fuerzas conservadoras, modificó la denominación de otros viales, recurriendo a nombres de dispar procedencia, todos ellos relacionados con Cuenca. Cómicos, artistas, empresarios y agrupaciones religiosas, recibieron su público homenaje, y la citada Junta, críticas procedentes de la bancada socialdemócrata que se resumen en un único argumento: la nueva nomenclatura responde al pago de favores por parte de los actuales dirigentes.
Nada nuevo bajo el sol, pues todo grupo político debe saber rodearse de personalidades en los cuales apoyarse, y a los que, de una u otra forma, agradecer los servicios prestados. Quede ahí la inevitable polémica y el obligado forcejeo ideológico imprescindible en toda pugna por el poder.
Dicho lo cual, llama poderosamente la atención la ausencia de las calles conquenses del nombre de uno de sus hijos más distinguidos: Luis de Molina, jesuita español nacido en Cuenca en septiembre de 1535 y padre de la “ciencia media” o ciencia divina de los futuribles, atributo que del que Dios sería poseedor. Con la introducción de esta idea, Molina dio pie a un gran debate teológico y escolástico, tratando de devolver al hombre, en los tiempos del auge de la predestinación, a su condición de criatura libre sin comprometer la omnisciencia y omnipotencia divinas.
Poca relevancia, sin embargo, otorgan los políticos conquenses a tan importante filósofo sin calle en Cuenca. Y ello a pesar de que su proceder esté condicionado por esa nueva ciencia media demoscópica de la que siempre se ven acompañados. Cuesta trabajo pensar en profesionales de la política ayunos de encuestas que prevean el comportamiento que los electores tendrán en la siguiente convocatoria electoral, cuando, tras la jornada de reflexión, los ciudadanos se encaminen hacia las urnas para expresar allí su libre y meditada preferencia.