El Liberal
Cuenca, sábado 15 de noviembre de 1919, pág. 2
Desde Priego
Se han celebrado las fiestas en esta
ciudad en honor a su excelsa patrona la Virgen de la Torre.
El día 8 por la noche hubo en la
parroquia novena y salve, y a las diez se disparó en la plaza de Alfonso XIII
un bonito castillo de pólvora. El día 9, por la mañana, la Banda municipal
recorrió las calles tocando diana y a las diez dió principio la misa mayor con
sermón, organizándose por la tarde la procesión que recorrió las calles de
costumbre llevando la imagen en una carroza asistiendo numerosísimos files.
BECERRADA
El día 10, como estaba anunciado, en la
plaza de toros se lidiaron tres becerros de la ganadería de D. Juan Pablo
Fernández, de Carrascosa, por los jóvenes aficionados de esta localidad, a
beneficio de la Pía Unión de San Antonio, para pan de los pobres, siendo
estoqueados por Cesáreo González Puerta, Edmundo Martínez Carbó y Juan Francisco
Jiménez Díaz, con sus correspondientes cuadrillas y dirigidos por el afamado
novillero Juan Sánchez (Jumillano).
La presidencia, además de la autoridad
competente, estuvo a cargo de la señorita Justina Castañeda, acompañada de
lindísimas jóvenes, Belén Torres, Felipa Martínez, Salvadora y Julia Martínez,
Paz Muelas, Eulalia Fernández, María Sanz, Paz Galindo, Felisa Castillo y
Peonía Moreno, que con sus flores en el pecho y cabeza y con la clásica
mantilla, formaban un conjunto de belleza donde el público dirigía
constantemente sus miradas.
A las tres de la tarde y con un medio
lleno de entrada, salen las cuadrillas a los acordes de un bonito pasodoble que
les hace marcar el paso como unos quintos, se dirijen a la presidencia, saludan
y cambian sus percales
A pedir la llave, con traje típico de
caballero en plaza, en una yegua lujosamente enjaezada, sale montado el
simpático Juanito Martínez, se dirige a la presidencia, saluda descubriéndose
ante aquél ramillete de flores que la ocupan y extasiado por el aroma de
belleza que despiden, pierde la serenidad y no acierta a coger la llave que le
arrojan. Una vez entregada ésta a los del toril, vuelve a la presidencia,
saludo y sale a galope tendido de la plaza.
Rompe la plaza el primero que es
retinto, de buenas carnes y de mejor sangre, todo le estorba, pero el primer
espada que se dá cuenta de las condiciones del bicho, lo saluda con cinco
verónicas con mucho movimiento de pies, sobresaliendo una que le valió muchas
palmas; hizo un quite superior a un peón que se hallaba en peligro.
Cambian la suerte, y los reileteros
pasan las morás, pero Críspulo Castillo se reviste de valor y con una bonita
preparación, cita al bicho y le clava medio par saliendo botando el animal como
si le hubiera picado una abispa; Joaquín Martínez también intenta adornarlo con
otro par y solo consigue dejar colgado un alfiler, vuelve Críspulo con otro par
que le coloca en el cuello, entrando Benito Valle con otro par consiguiendo
dejarle medio en buen sitio.
Tocan a matar; hora suprema: sale el
primer espada que brinda en verso en la siguiente forma:
Brindo por la presidencia,
bello manojo de flores,
y porque dé fin del bicho
sin apuros ni sudores.
y
con paso firme se dirige a la fiera que esta suave y noble; dá unos cuantos
pases algo embarullado y con excesivo movimiento de pinreles y cuando cuadra el
animal se perfila en corto y larga un sablazo que afecta el lomo del animal sin
grandes desperfectos. Nueva faena algo más confiado y dá un sopapo contrario y
algo chalequero. Saca el estoque, se perfila de nuevo y señala un buen pinchazo
en hueso, dos más una colocada en la atmósfera y por fin, tras nuevos pases, da
media delantera que basta. Palmas, ovación y sombreros y gorras al ruedo.
Segundo. Cárdeno, de más poder que sus
hermanos, con dos puñales en la cabeza que merecen todo respeto y el
tratamiento de usía, pero Edmundo que no le acobardó la presencia de tan
arrogante figura, busca al bicho, se abre de capa y le para los pies con seis
verónicas, cuatro de ellas mandando, templando y pasándose al toro por la
barriga como los clásicos. Palmas ovacionadas.
Al cambiar de suerte, los niños salen
como pueden, por ser el bicho de más respeto de lo necesario; Fidel Fernández,
mete los brazos y deja medio par; Virgilio Muelas con más coraje le coloca en
buen sitio el railete que le queda; Ángel Torres puso su par con alguna prudencia.
Suena el clarín y Edmundo brinda a la presidencia y da un
pase con la mano izquierda, haciéndose algo pesada la faena porque el toro se
declaró huído; junta las manos el cárdeno y entra recto dejando una bien
señalada; otra volviendo la cara sigue con otro para una baja que acaba con la
vida de la rés. En la presidencia palmas y regalo.
El tercero es retinto. A su salida el
banderillero Rufino Castellano, ejecuta la suerte del paraguas con mucha
serenidad y Juan Francisco Jiménez le da tres verónicas de gran lucimiento que
le valen palmas.
Al cambiar la suerte Constancio Sánchez
Polo, colocó un par al sesgo; otro Rufino Castellano y deja medio bien clavado,
repite la suerte Fermín Morillas haciendo lo propio.
Juan Francisco después del saludo de
rúbrica a la presidencia, hace una faena temeraria estilo Belmonte, un pinchazo
volviendo la cara y acaba después de otros dos.
Manuel López
Priego 12 Nvbre. 1919